PRESENTACIÓN "NUNCA DEJES DE CREER"
Me gustaría dar la bienvenida a todo el mundo que esté interesado en curiosear y compartir información sobre diversos temas relacionados con la educación. Yo soy Carlos del Pozo Gallego, alumno del Máster en Profesorado en Secunadaria, Bachillerato y FP en la UVa. Nací en un pueblo vallisoletano llamado Mota del Marqués, situado en la región de Montes Torozos.
Soy un apasionado del deporte desde el running hasta el baloncesto pasando por el fútbol, frontón, badminton. Como dicen mis amigos, le gusta jugar hasta a la petanca. La innovación en la ingeniería es otras de mis aficiones, ver como se crean las cosas nuevas que utilizaremos de manera normal pasados unos años, da más valor a las cosas del día a día. Además, se podría decir que mi última afición es la psicología, analizar los diferentes comportamientos de las personas en distintas situaciones y países con diferentes culturas me ha ayudado muchísimo a respetar las opiniones de los demás.
Me vine a vivir a Valladolid con 18 años cuando decidí estudiar Ingeniería Eléctrica. Posteriormente estudié el Máster en Ingeniería Industrial. Durante estudiaba el Máster me ofrecieron ser becario en el el departamento de Ingeniería Eléctrica y durante el segundo año de máster en la papelera de Dueñas donde fue mi primer contacto con el mundo industrial. Allí me engancharon al mundo del mantenimiento gracias a los grandes compañeros que tuve. Una vez acabé el máster dicidí buscar trabajo en la industria ya que quería experimentar el trabajo por el cual había estado estudiando durante bastantes años. Trabaje en Renault en el departamento de Logística donde me encargaba de diseñar e implantar los nuevos flujos logísticos en el taller de soldadura.
Viendo mi trayectoria, todos os preguntaréis cual a sido aquello que me ha motivado querer ser profesor.
Soy un apasionado del deporte desde el running hasta el baloncesto pasando por el fútbol, frontón, badminton. Como dicen mis amigos, le gusta jugar hasta a la petanca. La innovación en la ingeniería es otras de mis aficiones, ver como se crean las cosas nuevas que utilizaremos de manera normal pasados unos años, da más valor a las cosas del día a día. Además, se podría decir que mi última afición es la psicología, analizar los diferentes comportamientos de las personas en distintas situaciones y países con diferentes culturas me ha ayudado muchísimo a respetar las opiniones de los demás.
Viendo mi trayectoria, todos os preguntaréis cual a sido aquello que me ha motivado querer ser profesor.
Mi afición por la educación comenzó cuando tenía 18 años y me ofrecieron ayudar a unos chicos de mi pueblo a estudiar matemáticas. Contaré la historia de algunos alumnos que he tenido durante los veranos cambiando los nombre para no herir sensibilidades, aunque estoy seguro que a ellos les encantará leer sus historias en este blog.
El primer día que me disponía a dar una clase de matemáticas de 2º de la ESO, nada más entrar por la puerta, mi alumna María (14 años) me dijo, espero que no te atrevas a ponerme deberes porque ya sabes que no los voy a hacer. Imaginaros mi cara de sorpresa, menuda primera toma de contacto. Finalmente y mandándola al principio muy pocos deberes, finalmente les hacia sin protestar lo más mínimo, parecía hasta que la gustaba. Ese verano, mis amigos me decían que era imposible que María aprobase, ya la conocíamos todos. Sin embargo, no me cansé de convencer a mis amigos que María aprobaría incluso se hacían apuestas en mi contra, de hecho aprobó y yo salí manteado y con unas cervezas gratis. A partir de ahí la gente empezó a creer en mí como profesor. Al verano siguiente, su madre me dijo que si la podía dar clase de matemáticas otra vez, y a mi me sorprendió porque María había aprobado matemáticas en 3º pero decía que durante el curso siempre recordaba lo que le había enseñado yo y que ella quería ir a clase. Actualmente está felizmente trabajando en Michelín.
Otra de las experiencias que más me gustó dando clase fue con Pedro, el alumno más desmotivado que tuve. Le di clase de 4º ESO y posteriormente de 2º Bachillerato. Pedro no le gustaban las matemáticas, simplemente porque siempre le decían lo que tenía que hacer sin dejarle un margen para proponer sus propias ideas. Al principio, venia tarde a clase, no hacia los deberes, en definitiva su motivación era nula. Un día me di cuenta que a Pedro no le gustaba seguir ordenes, pero era muy bueno resolviendo los problemas matemáticos, de hecho los resolvía con mucha mayor facilidad que la mayoría de los alumnos. Ahí me di cuenta de la falta de motivación que tenía y que el mejor método era hacerle creer que podía hacerlo y dejarle inventar. Lo más gracioso fue como conseguí que creyera en el mismo. Un día me puse a competir con él en clase a ver quien era capaz de hacer mayor número de flexiones, estaba claro que me iba a ganar pero yo sabía que le iba a hacer esforzarse mucho para que me ganara en una disciplina que nos encantaba a los dos como es el deporte. Después de aquella clase inolvidable donde las matemáticas habían pasado a un segundo plano, Pedro venía con más ganas a clase, siempre con un punto de competitividad que le había enseñado el deporte. Lo único que tenía que hacer con el era enseñarle cual era el objetivo que tenia que conseguir y de donde partía, el camino ya lo encontraba el solo. Eso le sirvió para el día del examen ir con confianza y sacar una notaza, él ya creía que era capaz de conseguir lo que se propusiera. Actualmente está trabajando en San Sebastián.
La última experiencia que me gustaría comentar como profe fue con Marta, una chica de 4º ESO que sabía hablar cuatro idiomas. Un día estábamos, mi hermana, el padre de Marta y yo hablando en la calle y me comentó que a Marta se la daban mal las matemáticas y que había sacado un dos en el último examen y tenía que sacar más de 8 en el siguiente para poder aprobar la evaluación. Yo me ofrecí a dar unas clases a Marta, y lo que me encontré es que su madre la había inculcado la idea de que era mal estudiante de matemáticas. Su madre siempre me comentaba de manera preocupada que Marta nunca aprobaría matemáticas porque era muy vaga y no se la daba bien. Después de la primera clase, yo me di cuenta que Marta estaba embaucada con el pesimismo de su madre, realmente ella era muy inteligente pero a ver como decía a sus madre apenas sin conocerla que estaba equivocada y que era ella quien provocaba que Marta no aprobara. Mi trabajo con Marta consistió en hacerla creer que podía sacar más de 8 en el siguiente examen, tarea bastante difícil cuando no había aprobado ningún examen durante el curso. Finalmente Marta sacó un 8.5 para sorpresa de su madre y también mía, la única que no parecía sorprendida era Marta pues a base de psicología positiva ya creía antes del examen que era capaz de sacar más de un 8.
Por todas estas experiencias y alguna más que no cuento porque sino mi presentación sería muy extensa, cuando a principios de este año me ofrecieron participar en un proyecto de investigación en el departamento de Ingeniería Eléctrica, el cual tenía ya fecha de finalización, aún estando trabajando en la industria y viendo que la industria no me llenaba, me faltaba esa parte humana que si me habían dado las clases, decidiera tomar el riesgo que dejar un trabajo con mayor continuidad por intentar ser aquello que durante estos años había ido descubriendo, ser profesor.
Parece que durante todas las clases donde fuí el profesor no solo fueron los alumnos los que recibían las lecciones. A mi también me enseñaron, a base de ayudarles a hacerles creer en ellos mismos y verles superar todas las dificultades, que lo que más me gustaba no era dar clase de matemáticas, Física o Química, sino motivarles. Además, la lección más importante que me dieron fue que nunca hay que perder la ilusión que tiene un adolescente por hacer cosas nuevas y luchar por sus sueños, por eso:
"NUNCA DEJES DE CREER".
El primer día que me disponía a dar una clase de matemáticas de 2º de la ESO, nada más entrar por la puerta, mi alumna María (14 años) me dijo, espero que no te atrevas a ponerme deberes porque ya sabes que no los voy a hacer. Imaginaros mi cara de sorpresa, menuda primera toma de contacto. Finalmente y mandándola al principio muy pocos deberes, finalmente les hacia sin protestar lo más mínimo, parecía hasta que la gustaba. Ese verano, mis amigos me decían que era imposible que María aprobase, ya la conocíamos todos. Sin embargo, no me cansé de convencer a mis amigos que María aprobaría incluso se hacían apuestas en mi contra, de hecho aprobó y yo salí manteado y con unas cervezas gratis. A partir de ahí la gente empezó a creer en mí como profesor. Al verano siguiente, su madre me dijo que si la podía dar clase de matemáticas otra vez, y a mi me sorprendió porque María había aprobado matemáticas en 3º pero decía que durante el curso siempre recordaba lo que le había enseñado yo y que ella quería ir a clase. Actualmente está felizmente trabajando en Michelín.
Otra de las experiencias que más me gustó dando clase fue con Pedro, el alumno más desmotivado que tuve. Le di clase de 4º ESO y posteriormente de 2º Bachillerato. Pedro no le gustaban las matemáticas, simplemente porque siempre le decían lo que tenía que hacer sin dejarle un margen para proponer sus propias ideas. Al principio, venia tarde a clase, no hacia los deberes, en definitiva su motivación era nula. Un día me di cuenta que a Pedro no le gustaba seguir ordenes, pero era muy bueno resolviendo los problemas matemáticos, de hecho los resolvía con mucha mayor facilidad que la mayoría de los alumnos. Ahí me di cuenta de la falta de motivación que tenía y que el mejor método era hacerle creer que podía hacerlo y dejarle inventar. Lo más gracioso fue como conseguí que creyera en el mismo. Un día me puse a competir con él en clase a ver quien era capaz de hacer mayor número de flexiones, estaba claro que me iba a ganar pero yo sabía que le iba a hacer esforzarse mucho para que me ganara en una disciplina que nos encantaba a los dos como es el deporte. Después de aquella clase inolvidable donde las matemáticas habían pasado a un segundo plano, Pedro venía con más ganas a clase, siempre con un punto de competitividad que le había enseñado el deporte. Lo único que tenía que hacer con el era enseñarle cual era el objetivo que tenia que conseguir y de donde partía, el camino ya lo encontraba el solo. Eso le sirvió para el día del examen ir con confianza y sacar una notaza, él ya creía que era capaz de conseguir lo que se propusiera. Actualmente está trabajando en San Sebastián.
La última experiencia que me gustaría comentar como profe fue con Marta, una chica de 4º ESO que sabía hablar cuatro idiomas. Un día estábamos, mi hermana, el padre de Marta y yo hablando en la calle y me comentó que a Marta se la daban mal las matemáticas y que había sacado un dos en el último examen y tenía que sacar más de 8 en el siguiente para poder aprobar la evaluación. Yo me ofrecí a dar unas clases a Marta, y lo que me encontré es que su madre la había inculcado la idea de que era mal estudiante de matemáticas. Su madre siempre me comentaba de manera preocupada que Marta nunca aprobaría matemáticas porque era muy vaga y no se la daba bien. Después de la primera clase, yo me di cuenta que Marta estaba embaucada con el pesimismo de su madre, realmente ella era muy inteligente pero a ver como decía a sus madre apenas sin conocerla que estaba equivocada y que era ella quien provocaba que Marta no aprobara. Mi trabajo con Marta consistió en hacerla creer que podía sacar más de 8 en el siguiente examen, tarea bastante difícil cuando no había aprobado ningún examen durante el curso. Finalmente Marta sacó un 8.5 para sorpresa de su madre y también mía, la única que no parecía sorprendida era Marta pues a base de psicología positiva ya creía antes del examen que era capaz de sacar más de un 8.
Por todas estas experiencias y alguna más que no cuento porque sino mi presentación sería muy extensa, cuando a principios de este año me ofrecieron participar en un proyecto de investigación en el departamento de Ingeniería Eléctrica, el cual tenía ya fecha de finalización, aún estando trabajando en la industria y viendo que la industria no me llenaba, me faltaba esa parte humana que si me habían dado las clases, decidiera tomar el riesgo que dejar un trabajo con mayor continuidad por intentar ser aquello que durante estos años había ido descubriendo, ser profesor.
Parece que durante todas las clases donde fuí el profesor no solo fueron los alumnos los que recibían las lecciones. A mi también me enseñaron, a base de ayudarles a hacerles creer en ellos mismos y verles superar todas las dificultades, que lo que más me gustaba no era dar clase de matemáticas, Física o Química, sino motivarles. Además, la lección más importante que me dieron fue que nunca hay que perder la ilusión que tiene un adolescente por hacer cosas nuevas y luchar por sus sueños, por eso:
"NUNCA DEJES DE CREER".
Pd: Me gustaría recomendar un par de vídeos donde se demuestra que un cambio de actitud es clave para conseguir metas mayores.
1) Cosas de la edad, programa de televisión en movistar #0
2) Motivación en el deporte.
1) Cosas de la edad, programa de televisión en movistar #0
2) Motivación en el deporte.
Carlos del Pozo.
Hola! Me pareció muy interesante el proyecto en el que estas trabajando, espero que todo salga bien y encontréis el mecanismo correcto.
ResponderEliminarCarlos, eres un auténtico crack!!
ResponderEliminarRemontar 8 puntos como el equipo de Scariolo está muy bien, pero conseguir lo que hiciste con esos chicos, pasar de un 2 a un 8'5, eso es solo de LEYENDAS!!
Me gusta mucho que, además, te lo pases o lo hagas pasar tan bien al resto de los compañeros. Tu risa pegadiza tendrá algo que ver aunque yo creo que es un don. Esa facilidad para captar cómo llegar a cada alumno y de motivarle no la tiene cualquier persona. También influirá que dominas la asignatura. No recuerdo si explicaste si preferirías ejercer como docente en Secundaria/Bachiller o en Formación Profesional. Cada una tiene su pros y contras pero lo vas a hacer bien donde vayas. Ya me dirás aunque yo creo que deberías optar por la F.P. donde los alumnos ya tienen un poco más claro a qué dedicar su vida profesional. Y, como hemos visto en tus maravillosos ejemplos, eso te importa.
Enhorabuena por tu trabajo y GRACIAS por contarnos así de bien tu experiencia. Un abrazo.